TÚ PUEDES.
Claro que sí. ¿Quién te dijo lo contrario? Quien fuese no fue del todo sincero contigo.
Yo sé que tú puedes
hacerlo, a tu manera, acorde a tus posibilidades y a tu forma de
entender la vida y de ver el mundo... Pero, de un modo u otro, PUEDES.
YO CONFÍO EN TI.
Confío en tus
triunfos, y en tus errores; en estos últimos sobre todo, porque son los
que te harán levantar el vuelo con más fuerza si los adultos que te
rodeamos somos capaces de tenderte la mano que te ayude a levantarte.
YO CREO EN TI.
Debes notarlo en mi
mirada y en mi sonrisa. Cuando te hablo, te explico, te doy ejemplos o
respondo a tus dudas e inquietudes lo hago dando por hecho que VAS A SER
CAPAZ DE LOGRAR LO QUE TE PROPONGO. Parto de esa base. Me niego a
imaginar lo contrario. Ya vendrán luego las dificultades, y ya las
resolveremos juntos. Pero me niego a ser yo quien te ponga las barreras
con un gesto de inseguridad o una sonrisa pequeña.
Querido alumno...
TÚ ME ENSEÑAS.
Contigo redescubro
cada día el mundo. Me permites abrir la mente y me enriqueces con
perspectivas diferentes que no sería capaz de ver si no fuera por tu
ayuda. Me obligas a seguir indagando más allá, a seguir formándome para
poder estar a tu altura.
TÚ ME HACES GRANDE.
Cada vez que me
recibes con tu sonrisota enorme, con tus ojos tremendos y tu curiosidad
gigantesca... Me haces sentir importante, querida, y muy afortunada.
Haces que mis males ajenos se conviertan en guiños de complicidad y
cosas superfluas, al menos hasta que salgo del mágico mundo en el que tú
vives.
Querido alumno...
PERMÍTETE LA LICENCIA DE EQUIVOCARTE, y permíteme equivocarme a mí también.
SUEÑA para que yo siga soñando y juntos proyectemos futuras realidades.
PREGUNTA para que mi mente siga despierta y tu curiosidad sea la mía.
APASIÓNATE para que mis años no me pesen más que mis pasiones y pueda contagiarte mis ilusiones, y tú a mí las tuyas.
VIVE.
QUERIDO ALUMNO...
¡GRACIAS!