martes, 5 de marzo de 2013

Educar en valores (2ª parte): la generosidad

Cuando los niños son pequeños, todo es suyo y de nadie más. A los niños les cuesta compartir y entender que no todo es suyo.

¿Cómo enseñarles a compartir?

Cuando los niños empiezan a relacionarse con otros iguales, sea un amigo o un hermano, es natural que desarrolle un sentimiento de propiedad sobre sus cosas, juguetes... No podemos decir con eso que ellos sean egoístas. Es una reacción natural como el sentir celos. Que algo sea suyo les da seguridad y por ello no lo quieren compartir.

Para conseguir que los niños sean generosos, es necesario educarles en este valor poco a poco. Si los padres aprueban sus pequeños esfuerzos, les estarán motivando a seguir con estos actos generosos.

El niño aprender a ser generoso:

- Cuando nota que sus padres comparten y son generosos. De nada les sirve que sus padres les repitan “tienes que compartir, tienes que compartir...”, una y otra vez. El ejemplo es la mejor forma de enseñar. Los niños necesitan ver que sus padres ayudan a otros padres y les hacen favores.

- Cuando es animado a ser correcto y dadivoso con los demás. Por ejemplo, cuando se compra una chocolatina, es importante que los padres la dividan entre todos de la familia. “Un trocito para papá, para mamá, para ti, para la abuela...”.

- Cuando aprende a diferenciar que hay cosas que son de todos, como la televisión, la comida, las sillas... y que las suyas son suyas, como la cama, la ropa… y que tienen el derecho sobre ellas. Son suyas y deben aprender a compartirlas.

- Cuando juega con sus padres y amigos. A través del juego los niños aprenden a ceder, a esperar la vez, a ponerse en el lugar del otro.

- Escuchando cuentos que hablan del tema. Hay cuentos e historias que hablan de generosidad y no estaría nada mal contarles.

- Si se sienten comprendidos. Es necesario “escuchar" los sentimientos de los niños. Si a ellos les cuesta compartir, dile que les entiendes, que es difícil pero que compartir es bueno. Los niños deben aprender a intercambiar, pero no por obligación o imposición"

- Regalando sonrisas y cariño. No solo el compartir cosas le hace feliz al otro. Una demostración de afecto y de cariño también tiene sus beneficios.

- Viviendo en un ambiente de participación y servicio a los demás.

- Identificando las necesidades de los demás. Por ejemplo, si el padre necesita escribir un mensaje pero no encuentra un lápiz o un bolígrafo para hacerlo, pedir al niño que le deje uno. Les hará sentirse útil.

- Los niños jamás deben sentirse criticados por no conseguir compartir. Los padres, así como los educadores, no deben recriminarles. Frases como "eres malo", "eres egoísta"... no les ayudará a ser generoso.

Educar a los niños a que comprendan el valor de la generosidad es una tarea de los padres y educadores.

“Es más fácil enseñar que corregir “