martes, 9 de enero de 2018

"No soy loco, ni freak, ni raro"

De cada 1.000 niños, entre 3 y 7 son diagnosticados con el síndrome de Asperger. Se trata de un trastorno neurobiológico del desarrollo que afecta el área de la comunicación y se incluye dentro de las alteraciones del espectro autista. Fue descubierto en 1944, por el pediatra vienés Hans Asperger, y desde entonces se ha podido apreciar que es más frecuente en los niños, los cuales tienen entre 3 y 4 veces más probabilidades de desarrollar este trastorno que las niñas.
Por lo general, el síndrome de Asperger tiene un comienzo temprano en la infancia, a los 3 años ya se evidencian los primeros síntomas. Sin embargo, la Coalición para el Síndrome de Asperger de Estados Unidos estima que gran parte de los casos son diagnosticados entre los 5 y 9 años pues a esta edad los síntomas son muy evidentes.


 

Federico tiene 8 años y es de Colombia. Con un emotivo mensaje, explica qué significa padecer dicho síndrome 
e invita a la sociedad a poner su granito de arena en la causa. 
"No soy loco, ni freak, ni raro", dice.

 

Las causas del síndrome de Asperger

La causa exacta que provoca el síndrome de Asperger aún se desconoce, pero los expertos están convencidos de que se trata de un trastorno multicausal. De hecho, es bastante probable que existan anomalías en el cerebro de los niños afectados y que estas sean las responsables de los síntomas, aunque los estudios aún no son concluyentes.
De la misma forma, se considera que existen mutaciones genéticas que determinan la expresión de determinados patrones en el síndrome, pero no se ha podido dilucidar con certeza cuáles son estas mutaciones y si se trata de un único gen o si están implicados varios genes. Lo que sí está claro es que el síndrome de Asperger tiene un fuerte carácter hereditario, lo cual significa que los hijos de padres con este problema, tienen grandes probabilidades de desarrollarlo.

Los síntomas del síndrome de Asperger

En los niños con síndrome de Asperger existen dos síntomas esenciales: una alteración persistente en la interacción social y el desarrollo de patrones de conducta, actividades e intereses restrictivos y repetitivos. El primero de ellos se hace patente a través de la incapacidad para responder emocionalmente en las interacciones sociales y en la dificultad para mostrarse interesados por las preferencias de los demás. A muchos de estos niños les resulta difícil mantener el contacto visual y presentan alteraciones en la gestualidad, las posturas y las expresiones faciales, cuando se mantiene una conversación.
Por otra parte, el niño con síndrome de Asperger manifiesta una preocupación absorbente por cosas fuera de lo común, como por ejemplo: una obsesión por los horarios de los autobuses, por los directorios telefónicos o por coleccionar objetos que no tienen ningún valor. Asimismo, suelen mostrar manierismos motores que tienen un carácter repetitivo y estereotipado, como sacudir o girar las manos o hacer movimientos complejos con el cuerpo. También suelen ser inflexibles en determinadas rutinas o hábitos, que casi siempre resultan extrañas.
Además, estos niños también pueden mostrar cierto retraso en el desarrollo psicomotor y un deterioro significativo en su actividad social y académica. Sin embargo, a diferencia de otros trastornos del espectro autista, los niños con síndrome de Asperger tienen un desarrollo cognitivo normal. De hecho, a menudo tienen una inteligencia por encima de la media y pueden sobresalir en áreas como las ciencias y la programación informática. También pueden llegar a ser independientes y autónomos, ya que desarrollan habilidades que le permiten cuidar de sí mismos y conocer su entorno.


El tratamiento del síndrome de Asperger

No existe un único tratamiento para el síndrome de Asperger, lo que puede funcionar para un niño, puede no ser eficaz para otros. Sin embargo, existen diferentes terapias enfocadas a estimular las habilidades del niño. La terapia cognitiva, por ejemplo, ofrece buenos resultados para que el niño aprenda a manejar sus emociones, la conducta obsesiva y los movimientos repetitivos.
Asimismo, se suele emplear con excelentes resultados la fisioterapia y la terapia ocupacional, en aras de estimular las destrezas motoras y resolver los problemas sensoriales, y la logopedia y el entrenamiento en habilidades sociales para fomentar las interacciones y la comunicación con los demás.
No obstante, en sentido general, mientras antes comience el tratamiento, mejor.