Vivimos en un mundo donde los valores morales están desapareciendo;
donde es muy fácil para los hijos ser engañados por la tendencia de que
desobedecer a los padres “está de moda”. Muchos padres se preguntan cómo
pueden enseñar a los hijos las ventajas de la obediencia, así como el
reconocer que la desobediencia siempre traerá desventajas. Por regla
general se sabe que la obediencia trae como consecuencia la felicidad y
la paz absolutas, mientras que la desobediencia acarrea dudas, temor y
falta de confianza en las personas. Cuanto antes podamos enseñar este
principio a los hijos, mayores serán las recompensas que ellos lograrán
en sus vidas. A continuación se detallan cuatro principios morales que
en calidad de padres necesitamos enseñar a nuestros hijos, a fin de que
ellos puedan decidir prudentemente cuál es el mejor camino a escoger:
Evitar tomar atajos
La mayoría de las personas
desobedientes siempre llegan antes porque toman los atajos, conocen mil
rutas alternas, no aceptan reglas o simplemente las ignoran y al final
se presentan con cara de triunfo: se creen mejores porque lo reciben
todo sin esfuerzo alguno; porque realizan cosas que de alguna manera los
hace superiores, populares, les da éxito y van adelante. Tenemos que
enseñarles a nuestros hijos a ver un patrón en esos casos: por lo
general lo que fácil viene, fácil se va. No es tan complicado el buscar
ejemplos a nuestro alrededor en donde alguien es obediente y, a
diferencia de los anteriores, está dispuesto a aceptar los desafíos, es
enseñable y entiende que todo requiere paciencia antes de rendir
resultados. Hay que enseñar a nuestros hijos a esforzarse por seguir la
vía que les llevará a lograr las cosas honestamente y con sinceridad.
Buscar la sabiduría
Para las personas obedientes
no hay salteo de reglas, un solo camino se avista de lejos y el camino
recto los mantiene firmes. Además, respetan la experiencia de aquellos
que fueron antes que ellos y obedecieron y hubo consecuencias y
privilegios. Se complacen, además, en seguir los buenos ejemplos.
Tomar decisiones propias
La mayoría de las
personas populares corren donde están las multitudes, y por ellas miden
sus decisiones. Hacen lo que todos hacen, pero con el tiempo se dan
cuenta cuántas equivocaciones, desilusiones y extravío fueron las
consecuencias de haber hilvanado la desobediencia a lo largo de sus
vidas, pero lo que más les pesa es que otros decidieron por ellos cuando
les seguían. Las personas obedientes, en cambio, toman decisiones
propias aunque sean los únicos que están haciendo lo que es correcto y
sean objeto de burla o de criticismo.
Hacer lo correcto especialmente cuando nadie está mirando
El
camino del obediente siempre está más claro, siempre despejado, dando
más ensanchamiento a pasos prudentes y seguros. En este camino casi no
anda nadie, la vía está firme, allí amanece, brilla el mediodía y cuando
el atardecer refleja su luz para que marchemos, y demos paso a la noche
calma y un nuevo amanecer con esperanza. El hacer lo que es recto
también incluye hacer el bien aún cuando nadie está viendo nuestras
acciones.
Cuando los hijos entienden que no hay dos caminos, sino
sólo uno que les conduzca a lo bueno y al verdadero éxito, y que el otro
no es sino un espejismo, los padres tienen mayor oportunidad de
guiarles para que puedan elegir las decisiones que les conduce a una
vida completa. Una vida en donde siempre se da más de lo que se recibe,
pero lo que se recibe siempre llega a ser suficiente (familias.com).