Este
corto de animación aborda la realidad gris en la que estamos inmersos,
abatidos por el estrés, las obligaciones del trabajo
y la sociedad. En esta espesura, destaca la creatividad y la ilusión de
un pequeño que se resiste a seguir el ritmo de la escuela, de las
actividades reglamentadas, intentando escapar de ellas a través de la
música y de su potencial artístico.
Cada vez es más clara la línea que separa la escuela de la vida real. Es casi una evidencia que los niños sienten que lo que
aprenden dentro de un aula no es útil más allá de los muros del colegio.
Somos muchos los docentes que estamos trabajando para que este cambio sea posible y conseguir que los niños no pierdan su color, su brillo, por obtener buenos resultados en la escuela.
No queremos que se conviertan en adultos grises y, para ello, es necesario que nosotros seamos los primeros en recobrar nuestra esencia, en conectar con nuestras fortalezas, nuestros deseos y sacarlos a la luz.