Si realmente aquello que aprendemos en la escuela es lo que nos
prepara para nuestra vida adulta, ¿por qué cuando somos adultos no
recordamos casi nada de lo que aprendimos entonces?
La
ciencia, la tecnología han provocado grandes cambios en todas las
facetas de nuestra vida. La mayoría de nuestras actividades cotidianas
poco o nada tienen que ver con lo que hacían nuestros padres hace
cincuenta años, y sin embargo, ¿ha cambiado la educación lo suficiente
para adaptarse a los tiempos? En algún sitio escuche una anécdota que
serviría para responder a la pregunta. Si alguna vez la ciencia
descubriera la forma de poder viajar en el tiempo y como parte de sus
experimentos trasladara a una persona del siglo XVIII hasta nuestros
días, lo más lógico es que esta persona enloqueciera. Este viajero del
tiempo perdería la cabeza al observar nuestros edificios, las ciudades,
los aviones, la televisión, los hospitales, nuestras ropas,… Sin
embargo, ironizaba este conferenciante, si al viajero del tiempo lo
sentásemos en una de nuestras escuelas y asistiera a una clase, con los
alumnos en sus pupitres y el profesor en su tarima, entonces… respiraría
aliviado al tiempo que pensaría:¡ Por fin en casa!
Esto debería hacernos reflexionar a todos ¿no os parece?