Para realizar en casa una sesión de relajación con los niños hay que seguir unas pautas importantes.
Los más importante es que el niño entienda que la relajación no es un juego, sino una actividad que requiere de su atención y su concentración.
El lugar: Escogeremos
una habitación tranquila, previamente ventilada, con una temperatura
confortable y una luz tenue. También podéis acompañar la sesión con una
música suave y/o algún aroma relajante como el incienso. El niño llevará
ropa cómoda, preferiblemente sin calzado.
La posición: Lo mejor
es que pueda permanecer tumbado boca arriba para realizar la sesión,
(podemos colocar un par de toallas grandes -una sobre otra- sobre el
suelo), con brazos y piernas estirados, palmas hacia arriba y espalda
recta. Si no puede ser, también puede colocarse sentado cómodamente en
una silla, con los pies apoyados en el suelo, la espalda muy recta y las
manos sobre tus rodillas.
Desarrollo de la actividad
Transcribo un pequeño “guión” para que
lo puedas leer, pero por supuesto, lo puedes modificar manteniendo las
indicaciones. Intentad mantener un tono de voz suave, susurrante, a lo
largo de los ejercicios, durante toda la sesión.
Respiremos profundamente… y comencemos:
- 1: Respiración consciente.
Tomar conciencia de la propia respiración.
Respira tranquilamente. Observa cómo es tu respiración: agitada o
serena, corta o profunda, regular o irregular… Cierra los ojos y
concéntrate en el recorrido del aire en tu interior: cómo entra y cómo
lo expulsas. Poco a poco trata de que cada vez sea más profunda. Respira
tres veces llenando de aire el abdomen y el pecho. Expulsa el aire cada
vez, muy despacio. Por último, abre los ojos y mueve los hombros de
arriba abajo.
- 2: Sonidos de fuera, sonidos de dentro.
Ejercitar la percepción.
Cierra los ojos y concéntrate en todos los sonidos y ruidos que
llegan de fuera: unos pasos, una puerta que se cierra, el ladrido de un
perro a lo lejos… Poco a poco, empieza a prestar atención a los sonidos
de dentro… quizás escuches un zumbido grave… o un pitido agudo… o quizás
oigas el latido de tu corazón… Lentamente, vuelve a escuchar los
sonidos de fuera. Abre los ojos, al mismo tiempo que estiras los brazos
hacia delante.
- 3: Columna de hierro, columna de goma.
Destensar la columna vertebral y la espalda.
Cierra los ojos y haz tres respiraciones abdominales profundas.
Concéntrate en tu columna vertebral mientras continuas respirando
lentamente. Recórrela mentalmente de abajo arriba. Imagina que tiene la
dureza y rectitud de una barra de hierro y que de pronto se convierte en
una barra de goma, flexible y blanda. Vuelve a sentir que tu columna
es, sucesivamente, de hierro y de goma. Después, lentamente, mueve los
hombros hacia atrás y abre los ojos.
- 4: El casco de minero.
Relajar la mente.
Con los ojos cerrados, respira tranquilamente, rebajando
cada vez más el ritmo de tu respiración y aumentando su profundidad.
Respira tres veces llenando de aire el abdomen y el pecho. Expulsa el
aire cada vez, muy despacio. Imagina que sobre tu cabeza llevas puesto
un casco de minero, de esos que tienen una lámpara en la frente.
Intenta, sin abrir los ojos, mirar fijamente esa lámpara durante un
rato. Cuando lo creas oportuno, abre los ojos.
- 5: Los caminos del viento.
Esta relajación es muy emotiva y favorece el sentimiento de unión, de pertenencia a un grupo o familia. En
este caso no transcribo el “guión literal”, sino una simple pauta, para
que cada uno la modifique como desee, al “volar” podemos dirigir qué
queremos ver, y en esto es mejor que cada uno lleve este camino hacia
donde desee, siempre que le transporte a momentos felices, por supuesto.
La primera parte del ejercicio, puedes hacerla tan larga como desees,
centrando la atención en grandes partes del cuerpo (cabeza, tronco y
extremidades), o bien prestando atención también a las pequeñas (dedos
de las manos y de los pies, orejas, ojos, boca…). También podéis prestar
más atención a aquellas partes que creáis que el niño debe relajar más.
Esto lo dejo a vuestro antojo :).
Le pedimos
que centre su atención en su cuerpo relajado, dejando para el final la
columna vertebral. A partir de ahí se le sugiere la imagen de la columna
como una escalera que permite subir a las habitaciones más altas de su
cuerpo. También, por un pasadizo secreto, se puede seguir subiendo,
mucho más arriba, mucho más arriba, hasta el país de los vientos. Allí
puede volar, recorrer caminos de aire y mirar con otra mirada las cosas.
Desde allí puede ver su casa, verse a él mismo, relajado, y a su mamá o
papá (o ambos) compartiendo ese momento con él.
En este
instante puedes pedirle que respire profundamente y contemple la imagen.
Es un buen momento para preguntarle cómo se siente y que lo comparta
con vosotros. Con esto, podemos dar por finalizada la sesión.