miércoles, 17 de febrero de 2016

Cuando sobran las palabras...

Me gusta compartir con vosotros todo aquello que se encuentra en la red y que nos hace pensar, reír, aprender y soñar. Aquí os dejo una de esas cosas. Espero que os guste.

Me gustan las palabras que abren puertas, las “gracias” dichas en el momento oportuno, acompañadas de una gran sonrisa; los “perdón” que curan, que te hacen olvidar y que van seguidos de un abrazo; y los “por favor” que acaban dando derecho a todo, que piden un permiso que se concede con gusto. Me gustan las despedidas en las que se resisten a pronunciar el contundente “adiós” y se decantan por un “hasta pronto”, sobre todo cuando existe la firme intención de cumplirlo.
Me gustan los “buenos días, las “buenas tardes” y las “buenas noches” que deseamos a los que nos rodean. Pero también me gustan los contratiempos, los que nos hacen espabilar y dar un volantazo, los que sacan lo mejor y lo peor de nosotros, los que nos recuerdan que somos humanos. Me gusta volver a intentarlo, me gusta recoger la toalla que arrojé y me gusta levantarme después de una caída. Me gusta contar las horas, señal de que algo espero.


Me gustan los “no te preocupes” que te hacen sentir capaz de todo, los que borran cualquier problema y con los que comprendes que mañana, más y mejor. Me gustan los “¿cómo estás?” porque esperan una respuesta de ti, porque te dan la oportunidad de compartir con quien te pregunta qué te ocupa y te preocupa. Me gustan los “me he acordado de ti por…” porque suelen estar cargados del cariño más inmenso, porque suelen venir de quien quiere tenernos presente en su vida.
Pero también me gusta cuando sobran las palabras… Me gusta estrechar una mano que te deje sin ellas, me gusta mirar frente a frente y que esté ya todo hablado y, sobre todo, me gustan las caras expresivas, esas que acumulan arrugas resistentes a cualquier crema, porque es la vida misma la que las provoca.