No sé cuál sea el origen de la frase que da título a este post, pero me parece que es un gran pensamiento. Me gusta que en una frase tan corta nos dé tanto para reflexionar.
Y es que es cierto: los hijos son el reflejo de los padres, sobre todo durante la primera infancia. Después, conforme van creciendo, van también formando su propio criterio y modificando su manera de ver la vida y de responder a ella, pero de pequeños es completamente entendible que se dejen influir por los padres, pues son ellos con quienes establecen el vínculo más fuerte. Los padres son su ejemplo a seguir y su inspiración más profunda; en otras palabras, son quienes modelan en gran medida su conducta, a través de su propio comportamiento, sea consciente o inconscientemente.
En conclusión: no podemos pedirle a los niños que hagan cosas diferentes a lo que ven que nosotros hacemos como papás ni que dejen de hacer lo que sí les mostramos. Se trata, simplemente, de ser congruentes.
(Fuente: psicologiaparaninos.com)