La
línea entre educar y limitar es muy sutil. Y los adultos a menudo la
sobrepasamos. Pensamos que debemos enseñar todo a los niños. Es cierto
que los pequeños tienen mucho que aprender, pero no podemos caer en el
error de pensar que nuestra manera de hacer las cosas o de ver el mundo
es más válida o, peor aún, es la única y correcta.
La
función de los padres y maestros no es crear copias exactas de sí
mismos sino darles las herramientas a los niños para que puedan
desarrollar al máximo sus potencialidades. Educar es sinónimo de
enriquecer, no de limitar. La educación no consiste en llenar la mente
con conceptos y formas de hacer, sino en liberarla para que sea
realmente libre para pensar y crear.
Os dejamos este corto inspirado en la relación de un abuelo con su nieto que nos ayudará en nuestra tarea educativa.